lunes, 31 de agosto de 2009

Barça - Real Madrid: Un modelo de país


Seguro que más de uno se preguntará la relación que hay entre dos clubes de fútbol y un país, nuestro país. Quizás sea un poco simplista mi razonamiento, pero igual ahí va.

Todos mis amigos saben que soy culer de toda la vida y a mucha honra. Y que eso implica cierta dosis de anti-madridismo. En esta nota, ése no es el caso; lo pertinente aquí es la comparación de dos modelos de gestión: el talento formado en casa y para la casa versus la compra indiscriminada.

Empiezo por lo segundo y con una pregunta: aparte de éxitos puntuales, ¿se puede mantener en el tiempo una organización que dependa únicamente de valores adquiridos a punta de chequera, sin identificación profunda con el club (el país)? Visto lo visto, la respuesta es obvia. El Madrid ha sido grande cuando ha basado su proyecto más en el producto nacional que en las adquisiciones. Ahora, si el proyecto es vender camisetas y el éxito deportivo (proyecto de desarrollo) es un añadido, pues bueno, allí nadie se les puede comparar. Hoy en día, aun teniendo una gran cantera (juventud del país), prefieren la compra al desarrollo de la misma, negándole la posibilidad de crecer y tener éxito en casa (el país) y se ha convertido únicamente en moneda de cambio (fuga de talentos) para adquisiciones que pueden o no dar triunfos.

El Barça, desde hace ya muchos años, tiene un modelo de juego, un estilo (proyecto de país), basado fundamentalmente en el talento hecho en casa (la juventud). A los muchachos que llegan a La Masía se les mima, se les da posibilidades de educación académica, se les estimula a seguir creciendo y desarrollándose, no sólo como futbolistas (profesionales), sino también como seres humanos. Llegado su momento, los más talentosos y trabajadores llegan al primer equipo (méritos): con mayor o menor éxito (en la vida no hay nada garantizado) se trabaja para lograr las metas, basados en el talento propio y en un diseño establecido pero no rígido: éste varía más o menos según las circunstancias (adaptación al medio).

En los últimos doce meses hemos visto cómo ese sistema ha dado unos frutos que, para muchos, eran impensables. Los jugadores hechos en casa, junto a las adquisiciones que eran necesarias para cubrir las carencias (importación de insumos no producidos en el país) han logrado éxitos sin precedentes: cinco títulos (proyectos exitosos) y uno más que podría llegar antes de fin de año. Pero la base son esos jóvenes de casa (juventud del país) que se han formado bien, que están identificados con los valores del club (el país), dentro de los principios del trabajo y del esfuerzo: nada llega de gratis, o como bien se dice en el fútbol, las camisetas no ganan títulos.

Es alarmante la fuga de talentos que ha habido en los últimos años en Venezuela. Centenares y centenares de jóvenes talentosos se marchan del país a buscar mejores horizontes en tierras lejanas. ¿Por qué? Quienes en teoría deberían generar las oportunidades para un futuro mejor se han dedicado a execrar a todo aquel que no le sea sumiso. ¿El resultado? Teniendo en casa el talento para hacer un país mejor, se importa personal para desplazar a los nuestros. ¿Lo más lamentable? El personal importado (compra indiscriminada) no tiene ni remotamente la preparación del nuestro, y como agravante, no está identificado con el país: son mercenarios que, en muchísimos casos, usan el país como trampolín para ir a lugares donde puedan obtener lo que realmente desean.

Entre los dos modelos que, de una manera bastante simplista, he mostrado: ¿con cuál nos quedamos? ¿Seguimos permitiendo que a cuenta de una supuesta "ideología" echen del país a nuestro activo más valioso, desangrándonos económicamente, al mismo tiempo, "importando" mercenarios y esquiroles? ¿O nos enfrentamos al poder para demostrarle que Venezuela, es decir, su gente, quiere ser un país grande y la auténtica tierra de las oportunidades para los suyos y para quienes quieran, de verdad, hacerla todavía mejor?

De nosotros depende.

martes, 25 de agosto de 2009

¿Usas taxis? Algunas sugerencias.

Me acabo de enterar de lo que le sucedió al tocayísimo Luiser: la sensación de arrechera y, al mismo tiempo, de impotencia es enorme. ¿Hasta cuándo siguen pasando estas cosas aquí? Digo, no es que otra partes no sucedan, pero es que aquí, y especialmente en Caracas, son con el pan de cada día. Todos los días te enteras de que un conocido, un pariente, el conocido de un pariente, el conocido de un conocido ha sido víctima del hampa sobre cuatro ruedas.
No sé en qué circunstancias el tocayísimo tomó el taxi. Pero me voy a permitir hacer algunas sugerencias: algo de eso sé, pues durante muchos años me he movido en taxi.
  1. Eviten tomar taxis que estén circulando (los que antes llamábamos "ruleteros").

  2. A menos que sea una emergencia y no les quede más remedio, nunca tomen un taxi que esté circulando por la calle que tenga los vidrios oscuros (especialmente el parabrisas: parece que eso está muy de moda).

  3. Por supuesto que hay delincuentes de todas las edades pero, si no les queda más remedio que tomar un taxi que esté circulando, traten de verle la cara al conductor y prefieran a un taxista de cierta edad: hay menos riesgos y, de paso, suelen ser más solidarios con las tarifas.

  4. Traten de viajar siempre en taxis de línea.

  5. Procuren conocer la ubicación, en las zonas donde desarrollan sus actividades diarias, de líneas de taxis: centros comerciales, puntos de las líneas importantes, líneas de las urbanizaciones. Usando estas líneas con cierta frecuencia, se llega a desarrollar confianza con los conductores y se reduce así el riesgo de situaciones desagradables.

  6. Si van a tomar un taxi en la noche, jamás los paren en la calle; es mejor pedir uno por teléfono a una línea reconocida: es más costoso, ciertamente, pero más seguro. Y en caso de algún inconveniente, siempre se le podrá reclamar a la línea: éstas son (con ciertas limitaciones, claro) responsables de los actos de sus socios.
Estas son algunas sugerencias que me permito hacerles a ustedes, mis amigos. He tenido la suerte en los no sé cuántos años que tengo movilizándome en taxis de no haber tenido nunca un percance como el que tuvo Luiser; por eso me permito hacer estas sugerencias: las he seguido siempre al pie de la letra.
Sé que en el caso de Luiser llegan tarde, como nos suele suceder en muchas cosas: nos advierten de algo cuando ya nos ha sucedido; pero espero que sean buenas para quienes aún no han tenido la desgracia de verse en tan terrible situación.
A todos, un abrazo, suerte y ¡mucha atención!

lunes, 24 de agosto de 2009

De Derecha o de Izquierda

Estoy observando con bastante preocupación que gente muy preparada, políticamente hablando, ante un discurso en apariencia de izquierda, está reaccionando de una manera muy visceral y poco racional y en los peores términos de la derecha tradicional. Todo esto dicho desde el respeto al derecho a la libertad de pensamiento de cada quien.
Me explico: si alguien cree que tenemos un gobierno de izquierda, mejor revise sus libros de teorías políticas y se va a llevar la sorpresita de que, si bien sus "discursos" parecen de izquierda, sus acciones son de la derecha más radical: fascismo y nacionalsocialismo.
Repito: observo con mucha preocupación que mucha gente que hace oposición se está radicalizando tanto y tan irracionalmente, que comienza a parecerse demasiado a la gente del gobierno. Hay que diferenciarse tanto en el discurso como en la ejecutoria.
Nuestro problema no es ser de izquierda o de derecha: cada quien, como dije antes, tiene derecho a ubicarse donde mejor le parezca, siempre desde una perspectiva racional; nuestro problema es, básicamente, de conocimiento y cumplimiento de la ley. No podemos ir contra la Constitución simplemente porque nuestro adversario lo hace. Ella nos da recursos para oponernos, resistir y vencer a quien, desde el poder, la viola permanentemente.
Ya hemos vencido electoralmente, y se demostró que con la vigilancia en las urnas no se puede torcer la voluntad expresada por los electores. Ése es el camino; cualquier otro no es más que un atajo, y un atajo que lleva a algo peor. Sí, siempre se puede estar peor.
En todo caso, y como preparación al acto electoral, la Constitución nos da un recurso; un recurso que usado dentro de la ley es contundente, imparable: el Artículo 350.
¿Nos lo pensamos bien y actuamos en consecuencia?